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¿La creación es desarmonía?

En nuestras reuniones dominicales, estudiamos diálogos que mantuvimos con Shikry Gama durante las ceremonias y otras reuniones de la hermandad. En ella se abordó la relación del ser humano con la naturaleza, la ecología y el medioambiente. En esta conversación los participantes argumentaban que debíamos cuidar de ella, haciendo énfasis en el cuidado del agua, como lo hacían los antiguos peruanos. Se mencionaron prácticas como la costumbre de pedir permiso a la pachamama y el culto a los apus, que deberían retomarse para vivir más en armonía con la naturaleza.

Shikry Gama aclaró algo importante: no deberíamos pensar solamente en la relación con el medioambiente, sino también en la responsabilidad que tenemos de no seguir siendo un vector negativo para el equilibrio. Precisó que no solamente se trata de la relación del ser humano con el medio ambiente, sino que esta no mejorará si no mejoramos como personas.

Nos hizo reflexionar con el siguiente enunciado: toda la naturaleza es armonía, mientras que toda la creación es desarmonía. Las leyes armonizan, pero armonizar no significa igualdad, sino compensar la desigualdad.

Reflexión sobre la desarmonía en la creación

Una hermana preguntó por qué Shikry Gama afirmaba que toda la creación es desarmonía. Esto nos obligó a reflexionar y revisar qué nos dice la doctrina septriónica al respecto. Para entenderlo, siempre es importante analizar el contexto en el que se hacen las afirmaciones. Por ello, seguimos revisando lo que explicó después de esta aseveración.

Nos dijo que el concepto de “armonizar” no nos permite tomar conciencia de la responsabilidad que debemos asumir para ser parte de este universo. Y es cierto: la idea de la armonía solo nos da una idea pasiva de que solo basta con ser buenos y respetuosos. Quizás por eso es fácil pensar que al respetar y ayudar a la naturaleza, ya estamos viviendo en armonía con ella, como se hacía en la antigüedad. Sin embargo, la armonía es mucho más que eso.

Definición septriónica de la armonía

La definición septriónica de la armonía establece lo siguiente: 

“La armonía es el principio que determina la conformación, el orden, la correlación y la correspondencia de todo lo creado y constituye, en la naturaleza de Lo Dios, el atributo supremo que hizo posible que todas las cosas, a pesar de la diversidad de sus manifestaciones, puedan vivir, la una ordenadamente con respecto a la otra. La armonía está omnipresente en la dualidad, en la oponencia y en la oposición de todos los elementos existenciales.”

“Armonía significa ajustarse, acomodarse, poniendo orden en la diversidad de las cosas para hacer que lo uno sea correspondiente a lo otro, dándole a toda la existencia la simetría, la relación de correspondencia entre unas y otras formas existentes.”

Shikry Gama no solo habla de colaborar con la naturaleza en esta definición, sino que enfatiza las relaciones entre los seres humanos. Para ilustrarlo, nos dio una analogía con los números que se conforman con su singularidad y no compiten entre sí por las calidades ni cantidades. Nos explicó que los números no tienen inconformidad de lo que son, cada uno coexiste junto al otro sin competencia alguna. Los números pueden sumarse, multiplicarse, restarse o dividirse generando una diversidad infinita sin alterar la armonía ni la correspondencia entre ellos. Simplemente se ordenan, se acomodan y se ajustan a cualquier relación, dando origen a múltiples variantes.

La desarmonía humana

Cuando Shikry Gama nos habla sobre la armonía, menciona que existe una “Armonía universal de Dios”, pero que el problema somos los seres humanos, quienes no siempre somos capaces de entender en qué consiste esa armonía de Su presencia en el mundo que nos rodea. Según él, un gran sector de la humanidad sufre el estigma de la desarmonía.

Aquí se nos presenta una dualidad:

  • La armonía de Dios
  • La desarmonía de una gran parte de la humanidad

Somos los seres humanos quienes, con nuestras actitudes desarmónicas, distorsionamos los valores. Pero no porque el acto de creación divina sea desarmónico, sino porque el ser humano, como parte de esa creación, lo es.

La doctrina septriónica, al igual que los mensajes de otros mensajeros, tiene la misión de enseñar al ser humano a armonizarse consigo mismo y con los demás. En este contexto, se menciona la importancia de pedir luz al Espíritu Universal de la Armonía, ya que el ser humano tiende a distorsionar los valores.

El origen de la desarmonía humana

No sabemos exactamente cuándo, dónde ni cómo comenzó la distorsión de los valores en la experiencia humana. En algún momento, nos rebelamos contra el orden de la naturaleza y sentimos el deseo de ser y poseer los atributos de otras formas vivientes. Esto nos llevó a vivir en conflictos, competencias y desarmonía. 

Para entenderlo mejor, podemos establecer un paralelismo entre:

  • La libertad de la naturaleza (que opera bajo leyes que generan equilibrio)
  • La libertad de los seres humanos (que puede generar desequilibrio)

La naturaleza funciona manifestando todo, sin perjudicarse. No existe lo bueno o lo malo, lo correcto o lo incorrecto para la naturaleza; simplemente es y mantiene su equilibrio. Los humanos, en cambio, podemos perder nuestro equilibrio al ejercitar el libre albedrío, ya que podemos elegir mal y perjudicarnos. Nuestro libre albedrío está influenciado por emociones, instintos y condicionamientos sociales, lo cual nos lleva a tomar decisiones inconscientes que pueden generar desequilibrio y caos.

La solución: armonizarse a través de la inteligencia y la espiritualidad

Si aprendemos a elegir usando la libertad de nuestro intelecto y nuestra inteligencia, podremos distinguir lo bueno de lo malo, lo positivo de lo negativo. Esto nos permitirá buscar un destino que nos dé paz, felicidad y realización.

Somos imperfectos y disarmónicos por naturaleza, pero si desarrollamos nuestra inteligencia y espiritualidad, podemos armonizarnos, liberarnos de causalidades adversas y de las adherencias genéticas terrenales. Al hacerlo, también nos liberamos del imperio de la ley de la reencarnación que nos mantiene atados al planeta Tierra.

Conclusión

La naturaleza es armonía porque sigue leyes universales que siempre están en equilibrio, incluso dentro de los extremos de la dualidad. No está condicionada por emociones, simplemente existe y mantiene la armonía del universo. Por otro lado, la creación humana es desarmonía porque tomamos decisiones inconscientes e irresponsables, influenciadas por emociones, instintos y condicionamientos sociales que no están alineados con las leyes espirituales o naturales.

Solo podremos liberarnos de esta desarmonía cuando desarrollemos control sobre nuestra naturaleza emocional, permitiendo que nuestra inteligencia y voluntad nos gobiernen. Dado que el ser humano produce desarmonía en este planeta, Shikry Gama nos exhorta a tomar conciencia de ello y a asumir conductas que regulen el desorden, el libertinaje y la agresividad humana.