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Sublimación del espíritu

La espiritualidad septriónica se basa en la mística, cuya característica principal es la búsqueda del conocimiento de la realidad a través de la experimentación personal y la toma de conciencia de nuestras características a través del diálogo sincero, el intercambio de ideas y de nuestras experiencias vitales con el fin de esclarecer nuestras confusiones existenciales, enmarcándonos siempre dentro de las leyes naturales y el sentido común alcanzado por la humanidad a través de los tiempos.

El camino de la realización espiritual se inicia con el conocimiento de nosotros mismos. Conocer cómo somos, quiénes somos, qué somos, y qué queremos llegar a ser es una aspiración que implica la introspección cotidiana para observar y reconocer la naturaleza auténtica de nuestro carácter, actos y comportamientos individuales como sociales.

Cada ser humano es la puerta de su camino espiritual y sólo conociéndose a sí mismo podrá transitar por la senda de la sublimación de su espíritu hasta llegar a la comunión con la esencia de Eón de Inteligencia Eterna (Lo Dios)

Los Septriónicos tratamos de encontrar entonces nuestro propio camino, tomando responsabilidad de nuestra propia vida, de nuestros propios actos. Evitamos volvernos dependientes de otros, porque nos mutila e invalida espiritualmente, y por lo tanto, nos privará de la libertad. Nadie debe imponernos lo que debemos hacer. Nuestro deber es aprender a usar nuestra inteligencia para identificar, reconocer y discernir lo que vivimos, sentimos y pensamos, para conocer qué somos, cómo somos y quiénes somos. Sólo así logramos desarrollarnos plenamente.

Nuestros actos y nuestras expresiones corporales, gestuales y verbales precondicionan la causalidad de nuestra existencia. Nosotros creemos que la espiritualidad sólo se alcanza en la medida en que logremos dominar los efectos causales de nuestro comportamiento.

Por estas razones en la mística Septriónica buscamos la  SUBLIMACIÓN de nuestro Espíritu a través del dominio y del  control de la causalidad para trabajar por el cambio de nuestra conducta, y la superación moral y ética del ser, aprendiendo a manejar conscientemente nuestro libre albedrío.

Este camino exhorta a la reflexión, a la toma de conciencia, acerca de las causas que generan la problemática de las relaciones humanas, buscando un cambio de actitudes que motiven la superación de los valores, hasta alcanzar nuestra paz y la paz con nuestros semejantes.

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