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De regreso al campo o al pueblo

En los últimos tiempos vemos muchísimas personas regresando a pie a sus poblaciones natales para no morir de hambre, porque no hay trabajo en esta crisis. También vemos que los mercados no respetan la distancia social y se han vuelto focos de infección del coronavirus.

La última causa es la crisis del coronavirus, pero si regresamos en el tiempo veremos que hay muchas (con)causas que nos condujeron hacia estos problemas. Los momentos de crisis nos permiten observar con más claridad las consecuencias de las acciones pasadas.

Shikry Gama siempre aconsejaba vivir en el campo y con su vida dio el ejemplo. En Iquitos, Pucallpa y Lima, empezaba comunidades en las afueras con la esperanza de promover en los suyos ese beneficio de la vida autosuficiente que daría todo lo necesario para la subsistencia terrenal. Nos enseñaba a amar el campo, a tener una casa huerta, a criar animales, hacer crecer verduras. En Iquitos enseñó a cultivar e incluso a vender la producción en los mercados. Cuando iba a los pueblos alejados o a poblaciones marginales, hablaba con la gente para que aprendieran a cómo mejorar sus vidas en el campo con el fin de que no emigren a las grandes ciudades con la esperanza de tener una vida mejor.

Promovía el aprendizaje autodidáctico, a hacer las cosas haciéndolas, y que aprendiendo de los errores se corregía lo que no salió bien para mejorar. Enseñaba a aprender una palabra por día para adquirir el conocimiento necesario aun sin ir al colegio.

Tampoco me olvido que para combatir el hambre de la población en la época de escasez de pescado, vendía pollo con ganancias moderadas para que fuera accesible para todos y pudieran alimentarse mejor. La respuesta de la competencia fue que le vendieron alimentos envenenados. Vio morir a todos sus pollos en la granja que con tanto amor había construido. Lamentable, cuando se ve que hasta ahora la gente de la selva no se alimenta bien.

Siempre promovió el amor al terruño. Instauró el lema: Sin regionalismo no hay nacionalismo. Esto significa que no se puede mejorar como país si no se desarrolla la región. Hay que hacer todo lo posible para que los pueblos se desarrollen y no queden estancados en el tiempo. Pero lamentablemente los políticos solo siguen codicias personales y nunca trabajan en el desarrollo del bien común de los pueblos, y nadie que progresa le enseña solidariamente a quienes no tienen conocimientos y esto impide su desarrollo y así la gente sale de sus pueblos.

Esta crisis nos hace entender con más claridad, que nunca debieron haberse aglomerado en las ciudades de forma tan desordenada, sino que se debió haber desarrollado el campo e incluso la selva para que los pobladores no necesiten emigrar a las grandes ciudades para buscar el progreso socioeconómico.

En una oportunidad nos dejó descrito claramente esta realidad. Les invito a volver a leer una parte.

La atávica política centralista determinó el nefasto criterio de que “siendo Lima el Perú”, la única forma de progresar era trasladándose a vivir a Lima. Así, por cada poblado que surge en los alrededores de Lima, muere de abandono un poblado de provincia.

La equivocada política y la desatinada demagogia proselitista arrastró al campesino sediento de justicia social hacia los irónicamente llamados “Pueblos Jóvenes”, quizá como un impronunciado conjuro antitético, que los alejase de las fantasmagóricas realidades vividas en sus olvidados “pueblos viejos” con las perspectivas de poseer un lote con agua, y luz y trabajo seguro, acuden a la gran Lima, ya que en sus pueblos estas comodidades y seguridades son aún remotas.

Ilusiones que en parte se desvanecerán, ante las cruentas realidades de la difícil supervivencia en un medio urbano que para ellos será más hostil que el geográfico, por la problemática desocupacional de la longeva Lima.

Así, hombres y mujeres, impotentes por la inclemencia del medio, por la ignorancia, por la carencia de instrucción técnica y por las dificultades de conseguir trabajo honesto, se ven obligados a subsistir como vendedores callejeros, vistiendo a las calles de la gran Lima en ferias de aldea. En la imposibilidad de encontrar en estos medios callejeros el equilibrio de su subsistencia, caerán inevitablemente en la delictividad, porque antes de respetar las leyes establecidas por la sociedad, tendrán que respetar la nunca promulgada ley instintiva de supervivencia. Morir de hambre o delinquir es la alternativa incuestionable.

Shikry Gama

Desde esas épocas la (con)causalidad de los acontecimientos sigue su curso, agravando cada vez más la situación. Lo Dios a través de Sus Leyes Universales -y como un Padre generoso que nos da siempre nuevas oportunidades para corregir nuestros errores- nos hace vivir una y otra vez las consecuencias de nuestros errores hasta que aprendamos la lección.

Todo indica que no se puede postergar la imperiosa necesidad de tomar medidas para desarrollar el campo para que sus pobladores retornen a sus tierras y los que están allí no emigren a las grandes ciudades en las que terminan viviendo en casas hacinadas.

La crisis nos muestra la necesidad de tener una huerta que nos provea parte de nuestras necesidades básicas. Una huerta también permite mantener una distancia social sana para no infectarnos con las enfermedades que proliferan cada vez más.

Pero lamentablemente en nuestro Perú postergado, con tantas necesidades, hay veces que aún teniendo tierras donde cultivar, no se promueve la producción y se cae en el asistencialismo, que en algunos casos puede ser bueno, pero en otros mutila el progreso. Es por eso que tenemos que cuestionarnos hasta dónde queremos llegar con el asistencialismo insensato que provee todas las necesidades a aquellos que, pudiendo resolverlas con sus propios recursos, terminan acomodándose a lo que el estado les da y como consecuencia nefasta, se termina estimulando la pereza y dependencia por sobre la independencia y la libertad.

Shikry Gama nunca criticaba sin dar soluciones. Entendía que el problema de los pueblos era estructural y por sobre todo consecuencia de la falta de valores y que, sin la educación e instrucción adecuada y liberada de influencias políticas, no se podrá llegar a un equilibrio y desarrollo social. Es por eso que la educación a temprana edad es determinante para alcanzar estos objetivos. Enfatiza en que lo primero que necesitamos aprender es a ser buenos hijos, amar, respetar y obedecer a nuestros padres. Y ellos deben enseñarnos que “si no cumplimos con nuestros deberes, no tendremos derechos”, para que podamos respetar y amarlos a ellos, pero también para que podamos ser buenos futuros vecinos y ciudadanos. Es básico amar a nuestra tierra. Esto significa cumplir con nuestros deberes hacia ella: embellecerla, organizarnos democráticamente, haciendo progresar a nuestros pueblos de forma ordenada. De tal manera que no necesitemos pensar en tener que hacinarnos en las ciudades, porque tenemos todo donde vivimos. El hábito de cumplir con nuestros deberes nos hará entender que se puede organizar todo sin necesidad de esperar tanto de los políticos. Tampoco nos hará buscar dinero fácil con el menor esfuerzo, porque tendremos los valores que nos conformarán con lo que podamos producir honestamente.

El legitimo derecho a la igualdad de las condiciones humanas es incuestionable, pero sólo con el tiempo comprobarán los insensatos si los fundamentos y las consignas ideológicas fueron prudentemente utilizadas, porque aún cuando las intenciones sean honestas y por más que los fines sean positivos, cuando se inculca inmoderadamente una toma de conciencia de clase sin una base previa de ética y civismo equilibrante entre las pasiones y el derecho ciudadano por igual, será inevitable sucumbir en el odio de los pobres contra los ricos y la violación de los derechos humanos, pues la apropiación ilícita brotará como un supuesto derecho de justicia social.

Shikry Gama

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